sábado, 17 de noviembre de 2012

Diarrea < διάρροια < διά + ῥέω

Desde que estoy en Dinamarca (2 meses y 15 días) creo que he tenido unas 10 diarreas ya. Es cierto que en España también es algo que me pasaba habitualmente, no había mes que no hubiera una (o dos) y debe de ser algo que me viene de familia, porque a mi queridísima hermana -vaya publicidad que te hago, eh, Su- también le pasa, incluso más frecuentemente que a mí (en España, porque aquí con esta racha la pobre no saldría del baño). 
En concreto, este tipo de diarrea, al que mi hermana ha bautizado como CAGUERÓN, se caracteriza porque estás felizmente haciendo tus cosas y, totalmente de repente, te pones malísimo, te duele una cosa exagerada la tripa especialmente por la zona de la espalda, y ya puedes correr. Muchas veces pasa cuando te da una corriente de frío por la espalda, pero otras veces no parece haber un motivo que lo provoque. De hecho, es un dolor que no se pasa de repente, sino que perdura hasta que ya te has pasado 10 o 15 minutos en el baño sin parar de cagar oro líquido.
En cuanto a eso, normalmente la primera parte es sólida, pero en seguida empieza a aparecer el citado oro líquido implacable. Y, a veces, termina con más sólidos; o bien, con minitrocitos que se deshacen mientras se desprenden (haciendo mucha fuerza, porque si no los sacas... va a haber un segundo CAGUERÓN)
Y así es, lo que no eches en un CAGUERÓN, te saldrá en otro CAGUERÓN. Hasta que tu intestino se vacíe por completo.

Otra característica es que esto solo me pasa en casa. Si estoy en la calle, mi inconsciente se pone de acuerdo con el CAGUERÓN para que ni me ponga mala ni me dé diarrea. 

El mejor remedio: calor y manta en la espalda. 




Mi teoría de este país la he deducido teniendo en cuenta que todavía no me he puesto enferma ni una sola vez. Esto lo relacionaba con que aquí hay muy poca densidad de población, mucho arbolito y poco contacto con la gente. Sin embargo, aunque eso ayude, también seguro que los CAGUERONES son un método de no ponerse enfermo.
Y es que, en cuanto mi cuerpo detecta cualquier tipo de bacteria o virus, se pone en marcha. Y ¡zas! lo expulsa todo arrastrando todo lo que se encuentra a su paso (la comida del día o de los últimos días). Así, gracias a esta determinada arma de mi sistema inmunológico, no hay enfermedad que me afecte. 

¡¡¡Lo más gracioso es que esto siempre pasa en viernes, sábado y domingo!!!

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