Mi primera exposición en público fue con 11 años. Aún recuerdo que me senté en la mesa de la profesora y leí todo lo que había preparado (muy bien leído, seguro) desde el principio hasta el final sin dejar de mirar el folio en ningún momento y con el codo clavado en la mesa y mi mano pegada a la frente.
Después de lo mal que lo pasé antes de exponer aquella vez, durante la E.S.O. no quise volver a exponer nada nunca. Ni siquiera recuerdo si lo hice alguna vez, si así fue debe ser un trauma todavía que he olvidado por completo.
En bachillerato, tuvimos que hacer una exposición en filosofía sobre un tema de opinión que ahora mismo no recuerdo muy bien. La experiencia se convirtió en un "todos contra mí" y la cosa terminó en insultos y amenazas si mal no recuerdo por ambas partes. Ya no volvimos a saber qué era eso de hablar en público.
Todavía recuerdo esos horrendos momentos de los exámenes orales de inglés de la E.O.I. donde hubiera preferido morirme antes que hacer un monólogo de 3 minutos sobre un tema cualquiera. Pero aquí comencé a pensar que tal vez sería buena idea aquello de comenzar a practicar esta skill.
En los primeros años de carrera, alguna vez tuvimos la oportunidad de exponer en público, pero era considerado un mal trago, así que ninguno queríamos saber nada de esto. Hasta que un día me armé de valor, preparé una exposición voluntaria, y salió como el culo.
No me rendí, y volví a preparar otra, como había un poco de opinión personal, me atreví a despegarme por primera vez de los papeles y no leer, y bueno, no salió de pena. Así que me animé un poco (aunque aún tengo por ahí la grabación que es un poco vergonzosa...)
Los siguientes dos años no fueron mucho mejor, eso sí, ya no parecía que me iba a estallar el corazón a la hora de hablar en público ni tenía insomnio la noche antes de salir al frente del aula. Poco a poco fui mejorando, incluso en los exámenes orales de la E.O.I.
Del Máster en formación del Profesorado... ¿qué voy a decir? Las exposiciones han sido una mierda. Una mierda tan grande como un templo. Pero han tenido su fruto. Y las clases en el instituto lo confirman: ya no tengo miedo a quedarme en blanco, ni necesito de estar continuamente tocando unos papeles, ni le tengo miedo a mi público.
Así que, trece años después, puedo decir que ya duermo la noche anterior, que ya no me tiemblan las manos ni tiro micrófonos, que ya no tartamudeo, y que ya no doy una chapa que lo flipas leyendo un tocho que pa' qué. Saldrán unos días mejor, y otros días peor. Pero vamos hacia adelante.
Así que aquí os dejo algunos consejillos que me vienen bien a mí misma para autoconvencerme de que voy por el buen camino y que la charla de hoy va a ser perfectísima:
1- Aunque estés nervioso, puede salir una buena exposición.
2- Prepara bien el tema, debes saber lo que vas a decir aunque no sea con las palabras precisas y la relación de los diferentes apartados.
3- Ensaya lo que vas a decir (aunque sea mentalmente, aunque en voz alta da más seguridad). Así ves dónde tienes dudas y dónde tienes que hacer más hincapié. Puede servir también para detectar tics.
4- Sé consciente de cuánto tiempo llevas hablando y cuánto tiempo deberías hablar. Sé realista: si solo puedes hablar 10 minutos, no intentes decir todo aquello para lo que necesitarías 30.
5- No tengas miedo a quedarte en blanco. Memorízate un breve esquema, o utiliza una presentación simple.
6- Es mejor no utilizar papeles (son una tentación muy malvada), da mala imagen y puede ponerte aún más nervioso. Si olvidas algo, no será muy importante.
7- Mira a todo el auditorio con seguridad. Ellos no saben si tú te has olvidado algo o querías explicar algo de otra manera. Además, así puedes hacer un sondeo de quién te sigue y si te están entendiendo.
8- Los trucos de pensar que no hay gente no tienen sentido, tú estás hablando para un público y debes adaptarte a él más que hacer que tu exposición sea impoluta. Piensa siempre en el público.
9- Piensa que te va a salir de puta madre, seguro.
10- Cuantas más veces expongas, más rápido mejorarás. Esta es la única verdad. Al que 13 años le parezcan pocos, que me lo diga, jajaja.
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