Sin embargo, yo intentaba sacármela y no había manera. Así que pensaba que realmente sería una costra y que había cogido ese color y esa forma por el golpe que me había llevado en la cara. Pero todos los días seguía intentando sacármela.
Y cinco días después, por fin, ha salido casi sola por su propia voluntad (y yo rascando y empujando) y he podido comprobar QUE HE IDO POR LA CALLE CON UNA PIEDRA ENCIMA DE LA CEJA INCRUSTRADA y nadie me ha mirado raro (bueno, sí).
Ahora tengo un agujerito, pero nada exagerado. Casi como si me hubiera hecho un piercing en la ceja y me lo hubiera quitado. ¡Menos mal que cuando quise hacerme uno en la ceja, finalmente no me lo hice, si no a saber cómo habría terminado de verdad mi ceja!
¿A lo mejor se me queda cicatriz?
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