Me ha pasado una cosa bastante cómica y un poco vergonzosa. Pero como me parece más graciosa que humillante, la voy a contar.
Como ya puse en un post previo, duermo con tapones de silicona todas las noches para que no me despierten los ruidos de nadie, básicamente. Y porque se duerme mejor, en general. Anoche, se me cayó uno de los tapones de silicona mientras dormía y me desperté. Entonces, lo cogí con la mano y como no oía ningún ruido no vi necesario hacer el esfuerzo de ponérmelo de nuevo en el oído. Me dormí al segundo siguiente con él en el puño bien cerrao.
Lo gracioso vino después. Se ve que mi mente maravillosa comenzó a soñar, y no tenía nada mejor que hacer que soñar con cosas que estaban relacionadas con aquello que tenía en la mano. Sin embargo, en mi mente, no era un tapón de oído de silicona sino una gominola de azúcar!
En mi dulce sueño, ya que tenía la gominolitita en la mano lo que hacía era comérmela. Y en la realidad, pues hice el mismo movimiento con la mano. Ni corta ni perezosa... me zampé el tapón de silicona!!! Afortunadamente para mi sistema digestivo, me desperté de golpe en ese momento siendo consciente de que me había metido a la boca el tapón del oído y no una gominola de fresa. Así que la escupí antes de tragármela.
Bueno, he buscado en internet qué podría pasar si de verdad me lo hubiera y a parte de una tortuga que se tragó 20 centímetros de silicona o algo así, no he encontrado nada. Pero se ve, que la tortuga finalmente la cagó tal cual se la comió unos cuantos días después. Así que, a una mala, ya sé lo que habría pasado con el tapón del oído. Aún se podría usar... jajajaja
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