Debo admitir que estaba pensando en pasar a publicar posts en este blog cada 3 días en lugar de cada 2 días. Pero ya que me han pedido que hable del efecto Pigmalión en este blog, voy a continuar la racha de cada 2 días durante, al menos, 2 días más.
Aunque parezca una situación forzada de película tipo pretty woman, mi opinión es algo que ocurre constantemente. O tal vez yo sea una influenciadísima, permitiéndome crear este vocablo por mi cara bonita.
Voy a enfocar esta exposición más desde el punto de vista propio, ya que el efecto pigmalión siempre se ha visto en tercera persona.
Creo que nadie actúa del mismo modo en dos situaciones diferentes. Un día en clase una persona es muy tímida y respetuosa y por la tarde reivindica sus derechos en el mobiliario urbano. Otra persona con su familia puede ser muy extrovertida y no parar de contar chistes y en su trabajo ser muy seria y reservada. ¿Efecto pigmalión?
¿Adivinais en qué consiste?
La misma persona actúa en dos contextos diferentes de un modo totalmente opuesto no por una teoría psicológica sobre la personalidad y el carácter o por su estado de ánimo; sino más bien por lo que los otros esperan de él.
Incluso si un día esperan de ti que tengas el mismo papel que una maceta, ni si quiera moverás los músculos de tu cara para expresar desagrado y si al día siguiente esperan de ti que seas el líder del grupo llevarás a tu equipo hasta el fin del mundo.
Eso sí, si los resultados también dependen solamente de lo que los otros esperen que consigas... y si lo que los demás piensen que puedes hacer solo depende de lo que tú pienses que ellos piensan de lo que puedes hacer... y si... y si...
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