viernes, 24 de mayo de 2013

Aurora Egido en la RAE

Antes de empezar con lo que quiero decir, debo dejar bien claro que estoy muy muy muy orgullosa de que Aurora Egido, catedrática de la Universidad de Zaragoza, haya sido elegida académica de la RAE. No puedo sentirme más feliz por ella y por mi universidad ya que estoy absolutamente de acuerdo con que se lo merece, con que es una gran mujer que sabe muchísimo sobre la Literatura del Siglo de Oro y especialmente sobre Baltasar Gracián. También me enorgullece que haya sido mi profesora de, precisamente, la asignatura de Literatura del Siglo de Oro en mi último año de carrera y que me dijera que mi examen estaba muy bien y muy completo. Pienso que como persona transmite muchísima fuerza tanto a los estudiantes como a público en general y que sabe lo que hace, lo que explica y lo que quiere. La Universidad de Zaragoza es muy afortunada por tenerla como profesora catedrática sin ninguna duda.

Sin embargo, de ahí a decir muchas de las cosas que he escuchado de ella como "es la mejor profesora o enseña muy bien" (no quiero decir demasiadas opiniones que he leído, que luego todo se sabe) me parece o una exageración tremenda, o un peloteo extremo español al que no estoy nada acostumbrada después de vivir casi un año en Dinamarca. Y que esto no me valga como excusa para lo que voy a decir a continuación.

Como profesora era pésima. No la peor, desde luego, la característica de "saber mucho", como he dicho anteriormente la cumple por encima de la excelencia. Pero ser un buen profesor no es solo eso. Primero, es conectar con los seres humanos que tienes delante. Con ella, yo siempre me sentí un objeto. Y me atrevo a decir que el 96% de las personas que estaban en la misma aula que yo se sentían igual, sino que me expliquen por qué todos nos peleábamos por sentarnos cuanto más al fondo mejor. Por miedo, por inferioridad o porque no nos interesaba un pimiento lo que esa mujer venía a contarnos. Porque la mujer leía sus clases con punto y coma, todo estaba preparado. Era perfecto, una lengua impecable, digna de ser escuchada. Probablemente no haber leído esos apuntes al pie de la letra habría sido una herejía. Posiblemente, si otra persona hubiera leído esos apuntes, habría cometido sacrilegio. Su figura impone, la pronunciación de su nombre infunde temor, su voz inunda las salas y las mentes, pero no capta.

Es mi opinión, un profesor que llega a clase, no dice ni "buenos días" y empieza su discurso por la frase siguiente a la última que había pronunciado el día anterior sin decir ni "adiós", simplemente no le importa quién tiene enfrente. No le importa si los alumnos aprenden o desaprenden, si se lo pasan bien o mal, si les interesa, si copian puntos y comas sin entender una palabra de lo que escriben, si en el examen sueltan un rollo que ni entienden, si se lo copian de pe a pa. No es un buen profesor. Tiene un trabajo que no le gusta. Su investigación será alucinante, pero enseñar es solo una carga para esta persona. Es mi opinión.

Me alegro mucho de que esta persona haya llegado hasta la RAE. Probablemente ella disfrutará muchísimo de este lugar y todos podremos beneficiarnos de sus conocimientos. Felicidades. La admiro y respeto muchísimo.


http://www.heraldo.es/noticias/cultura/2013/05/23/egido_quot_falta_mujeres_rae_arreglara_por_fuerza_gravedad_quot_235586_308.html


martes, 14 de mayo de 2013

Mi nueva bici



Después de la colección de disgustos que he tenido. He decidido hacer la inversión de mi vida en este país. Me he comprado una bici. La verdad es que no es la bici del siglo. Es la bici más normal de la tienda del moro simpático de Nørrebro. Aprovecho la ocasión para decir que vayáis a su tienda. El tío es simpatiquísimo, habla inglés, y te ayuda y arregla las cosas, es barato y además te regala una coca-cola o fanta cada vez que vas. En serio. Es majo. El otro día una china le estaba dando un abrazo por arreglarle la bici.

Rantzausgade 4, King Cykler

HUSK!

No tiene cambios. Mejor, así no se rompen, ¿no? Tiene un protector para la cadena de plastiquete. Es fácil de quitar y la protege de lluvia, viento, nieve y marea. Y cualquier cosa, porque aquí en Dinamarca hasta granizo mezclado con fuego puede caer cualquier día. Y hasta me han dado un protector para el sillín, que vaya, que se supone que ahora no puedo poner mis bolsas cutres del Netto en la bici, pero bueno.

De cine.

Que dure. O me la como.

domingo, 12 de mayo de 2013

Cama elástica danesa

Para compensar, hoy voy a contar algo bueno de Dinamarca:

Hay camas elásticas gratis repartidas por el país. Tú vas y te montas. Y a saltar!! Sin pagar al gitano de la feria. He aquí el correspondiente vídeo que prueba que así es:

http://www.youtube.com/watch?v=kBlLoJcpaLI





viernes, 10 de mayo de 2013

Suicidios e impuestos

Hoy quiero mezclar dos temas que poco o nada tienen que ver entre ellos, pero me encanta simplemente mezclar temas. Soy un poco danesa en eso.

El primer tema es el suicidio en Dinamarca. El segundo tema es los impuestos y los beneficios que tienen los daneses. Antes de todo lo que voy a criticar a Dinamarca (porque es gratis, una de las pocas cosas de este país) quiero decir que todos los contras que tiene el país, seguro que los ganan los pros. Pero hoy no los veo.

En primer lugar, y de pasada, tengo que mencionar que Dios ha vuelto a romper otra de las bicis que yo conduzco. Es Dios porque tiene que ser un ser que todo lo sabe, porque no es normal que cada vez las rompa de una manera diferente y alucinante. En fin. Ahora entiendo por qué tanta gente se suicida en este país. Desde luego a mí también me entran ganas de tirarme a las vías del tren cada vez que tengo una avería con la bici. Y qué exagerada es la latina, dirán los felices inventores de la Christiania Bike, pero es una estúpida pasada lo que se rompen las cosas en este país: las bicis, la ropa, y lo peor son los zapatos! (dios, nunca había tenido los zapatos más rotos que en este país, y no uno, sino todos los pares que llevo, los que tiran sal a la calle deben ir a comisión de las tiendas de botas), la comida es de la calidad más pésima que he encontrado en mi vida. Los daneses tienen mucho que envidiar a la soviética Rusia. Y por no seguir nombrando. El negocio de las bicis, así de claro, mata a muchas personas en Copenhague.

Por otra parte, yo al principio era de la opinión de "fíjate tú, venimos los inmigrantes y nos aprovechamos de todas las ventajas y beneficios que tiene el sistema danés sin haber pagado toda la vida impuestos como han hecho los daneses". Pues me cago en la puta madre del sistema danés hoy. Está muy bien que te cobren por una mierda de manzana 3 euros, porque con ese dinero estás pagando que el cajero adolescente tenga seguridad social, que el que transporta las naranjas lleve a sus hijo gratis al colegio y que el intermediario tenga vacaciones pagadas. De puta madre. Eso también son impuestos. Pero qué pasa, cuando los putos guiris vienen a España, ¿pagan los impuestos que pagan aquí? No. Se compran un kilo de naranjas por 80 céntimos y se las comen tranquilamente. No se acuerdan ni de la adolescente que no puede entrar en un programa de compensatoria porque no hay, ni del agricultor que tiene que esperar una lista de espera del copón para que le operen la pierna, ni de todos los capitalistas que exprimen el sistema. Es decir, en España les tratamos como a Españoles, con todas las cosas malas, y todas las cosas BUENAS.

¿Por qué los extranjeros no podemos ser tratados en Dinamarca como daneses? Yo ya tengo las cosas malas y cuando reparar un pinchazo de una rueda te cuesta 6 euros (es gratis dicen los daneses! Por Jesucrist el único hijo de nuestro señor y por su puta madre espero que el puto moro tenga sanidad gratis, porque ya como tenga que pagar por ir al médico de mierda danés la terrorista voy a ser yo, y no él). ¿Por qué no las BUENAS?

La conclusión es la misma de siempre.

domingo, 5 de mayo de 2013

Copa menstrual y autoterapia

Yo creo que todo lo tenemos en la cabeza. O casi todo. Desde luego muchos de los dolores y enfermedades que tenemos son más psicológicos que fisiológicos. Incluso cuando pillamos demasiados resfriados puede ser fácilmente achacable al estrés y pensamientos negativos (y a una falta de vitaminas, sí, pero también derivada por el estrés).

Por eso siempre que he sentido cosas raras, he intentado pensar en otra cosa y tratar de tomarme las cosas con más calma. Es cierto que se me da bastante mal no estar todo el día haciendo cosas hasta ese momento en el que mi cuerpo me pide "estop", pero llegado ese momento lo hago y todo vuelve a estar en orden.

Lo que nunca me he atrevido a achacar al estrés o a demás asuntos psicológicos es el dolor de la regla. Por mucho que haya leído experiencias de otras personas que estaban totalmente convencidas de que había una gran relación entre la dismenorrea y la subordinación de la mujer al hombre, la ansiedad, el estrés, el rechazo a ser mujer, etc.

Reconozco que he tenido periodos en mi vida que han sido muy raros y que vendrían a reafirmar esta teoría: recuerdo en el verano de 2010 tras una crisis existencial en la que pasé a ver la vida de otra manera pasé más de 3 meses sin ningún tipo de molestia. Hasta me iba en pantaloncito corto en bici a 40º C a la ribera del río por gusto. Sí, fue una enorme crisis existencial.

Por desgracia, tras esos 3 mejores meses de mi vida de -como dirían algunas- "aceptar mi cuerpo", por una chorrada tan grande como retrasar los días en los que me iba a venir la regla (estupidez, lo reconozco, ya que si no me dolía no era ningún problema en absoluto, pero bueno, mi perdición) con las pastillas anticonceptivas, volví a sufrir de lo mismo. Muy curioso cuanto menos.

Después, al año siguiente, tras otra crisis existencial, bueno ¡qué crisis ni qué coño! Yo metiéndome en camisas de 11 varas, como siempre. Volví a perder ese dolor que me venía acompañando los últimos 14 años de mi vida aprox. De nuevo, volví a meter la pata de la misma manera (no aprendo) y volvía  las mismas.

De todos modos, seguro que había una explicación. Tan científica como cuando, con unos 13 años, y durante una amigdalitis me di cuenta de que esa regla no me dolió nada y me guardé las pastillas que me había recetado el médico para tomármelas en la siguiente regla. Funcionaba. Para mí había descubierto el mayor secreto de la existencia, y me lo iba a guardar para mí.

2 años después descubrí que lo que me había estado tomando por mi cuenta y me había guardado tan religiosamente y en secreto de todo el mundo era simplemente ibuprofeno. Y del bueno. Y me hice adicta.

En fin, tras mis múltiples intentos de intentar librarme de este dolor gracias a la medicina, sigo intentando librarme de él gracias a la auto-psicología. Y a veces funciona. Más que otras. Otras veces me cago en cristo. Pero bueno. Al menos me siento un paso más cerca.

Tengo que hacerme con una copa menstrual de esas cuando vuelva a Zaragoza en junio, que no se me olvide. Y con un poco más de autoterapia, acabar con esta tortura.


Me gusta la verde.